La Copa es un torneo mágico y el Alcorcón cuenta con la varita apropiada para moldearlo a su antojo. Cuando el 'Alcorconazo' del 2009 comenzaba a perderse en el olvido, el equipo de Anquela renovó su existencia con un asalto en toda regla a La Romareda. Los goles de Oriol Riera y Quini en los últimos minutos del partido rememoraron la mayor gesta amarilla y dejan al Zaragoza y a su técnico Aguirre sumidos en una grave crisis.
En Santo Domingo viven un nuevo cuento de hadas. Un equipo modesto, acostumbrado al anonimato, se ha empeñado en habituar al fútbol de alto nivel con su presencia, ni mucho menos discreta. Asentado ya en la categoría de plata, el equipo de Anquela se sirve una copa cada cierto tiempo para celebrar su buena nueva en las últimas fechas. La borrachera de elogios y alabanzas se la pegó esta vez en La Romareda, el estadio de moda para darse un homenaje nocturno.
Es lo que le faltaba a Aguirre y los suyos. Por suerte, las vacaciones de Navidad están a la vuelta de la esquina. Tiempo de reflexión y quien sabe si de revolución. El Zaragoza ahora mismo no quiere, pero es que tampoco puede. Una plantilla descompensada, jugadores en baja forma y un sinfin de factores anímicos y circunstanciales dejan al conjunto maño al borde del abismo, y sin síntomas de mejora.
Las buenas intenciones del arranque, con un cabezazo de Lanzaro como prueba irrefutable, se perdieron demasiado pronto. El balón paso al lado amarillo y el Alcorcón se lo empezó a creer. El Zaragoza puso a prueba la fe de los de Anquela, peregrinos convencidos en el torneo del K.O. "Si me dejas, te voy a hacer daño", fue la amenaza de los de Anquela. Y así fue.
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