Las cosas están cambiando en La Romareda. Aunque hace no demasiado tiempo parecía imposible que el conjunto maño lograse la permanencia, lo cierto es que las dos últimas victorias ante rivales de entidad como Atlético o Valencia han contribuido a devolver una confianza que parecía una utopía cinco jornadas atrás. El encuentro ante el Sporting en El Molinón se ha convertido en una final para intentar buscar la permanencia y todos confían en un equipo que llega lanzado.
Pero este lavado de cara en el Zaragoza tiene raíces mucho más profundas que los resultados. La nave blanquilla parecía destinada a encallar mientras navegaba a la deriva en un mar de problemas que cada día parecían acentuarse más.
Uno de los responsables de cambio de situación ha sido, sin lugar a dudas, Manolo Jiménez. El nuevo técnico, que llegó con la papeleta de sustituir a Javier Aguirre y tomar las riendas de un vestuario destrozado a nivel anímico, ha sabido combinar mano dura y algunos refuerzos para, al menos, frenar la sangría de resultados.
Quizá uno de los puntos de inflexión para el entrenador y la plantilla fue el encuentro que enfrentó al Zaragoza y al Málaga en La Rosaleda (5-1). Jiménez estalló contra sus jugadores al día siguiente y dejó claro que no permitiría más errores "Estoy cansado de decir a los jugadores que de los barcos que se hunden saltan las ratas, los cobardes o los que no sienten nada por ese barco".
"Hay que facilitar la salida a los niños, a las mujeres, a la tripulación y en último término al capitán. Aquí estoy, dando la cara, porque mientras haya opciones de lavar la imagen del Zaragoza, ya no digo de salvarse, hay que darla", finalizó.
Finalmente, y siguiendo con el símil marítimo, el barco logró mantenerse a flote en sus horas más críticas y aunque la empresa sigue siendo tremendamente complicada, en La Romareda se persigue con ilusión llegar vivo a la última jornada del campeonato para jugarse la permanencia a una sola carta.
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Via: Adrián Boullosa - goal.com
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