Su tono es sosegado y prudente, como sus reflexiones, muy meditadas, pese al delicado momento que atraviesa en Zaragoza y a las críticas que le han llovido. Agapito Iglesias (Navaleno, Soria, 1963) no es un hombre que se prodigue mucho en los medios en los últimos tiempos. El presidente y máximo accionista del Zaragoza hace una excepción con EL COMERCIO para analizar el partido del sábado. «Le deseo suerte al Sporting y a su afición, pero a partir del domingo».
-Vaya reacción que han tenido...
-Estoy con muchas ganas y mucha ilusión. Los jugadores se están dejando la piel y se ha demostrado en estos tres últimos partidos: ante Osasuna, el Valencia y el Atlético. Van a luchar hasta el final por la permanencia y me siento muy orgulloso de que nos representen en el terreno de juego, más allá de los resultados. Es difícil, porque hay una lucha brutal entre seis o siete equipos para no descender, pero nuestra obligación, tanto del Zaragoza como del Sporting, es luchar partido a partido para permanecer.
-¿Cómo catalogaría el choque del sábado?
-Todos los partidos son vitales ahora. El sábado es uno más de ellos porque el Sporting es un rival directo y tenemos que intentar luchar por los tres puntos. Sabemos que será muy difícil porque, tanto la afición de Gijón, como el propio Sporting, van a luchar para que no sea así, pero nuestra obligación es pelear por la victoria.
-En El Molinón les espera un ambiente de excepción...
-Los jugadores están acostumbrados a vivir con esa presión. Este año ha sido un poco raro en ese sentido. Son profesionales y sé que van a dejarse el alma. Otra cosa es que el partido salga como uno desea, pero confío mucho en el míster y en los futbolistas.
-¿Qué papel ha tenido Manolo Jiménez en esa reacción? Su temperamento habrá tocado la fibra sensible del vestuario...
-No se calla nunca nada. Dice lo que siente en el momento. Es algo tan bueno como lo de otros profesionales que no actúan así. Creo que el equipo lo ha entendido y la afición, también. Es bueno decir lo que uno piensa. Muchas veces se peca de lo contrario. Pero, tal y como está el equipo, es mejor decir las cosas como se sienten.
-En el fútbol siempre se paga un peaje por decir lo que uno piensa.
-Suele pasar. Hay que decir siempre lo que en apariencia es más correcto, pero creo que estamos dando la vuelta a esa situación y cada vez se dicen las cosas más claras a la luz pública porque, al final, todos queremos lo mismo. Aquí los objetivos no son personales, sino colectivos, y, cuando hay tanta gente de por medio, lo lógico es decir las cosas abiertamente.
-Se reencontrará con Colunga.
-Es un chaval al que se le quiere mucho en Zaragoza. Yo, personalmente, también. Intentamos incorporarle en invierno, pero el Sporting tuvo la fortuna de llevárselo. Es un gran futbolista, pero un partido lo ganan los once jugadores y tenemos que luchar contra eso. Ya lo hicimos contra el Valencia, al que remontamos con dos menos, y contra el Atlético.
-¿Cómo llega un soriano, de Navaleno, a Zaragoza?
-La vida es así. Mi familia vino en 1979 a Zaragoza. Estoy muy orgulloso de ser de Navaleno, una tierra magnífica, y, por supuesto, de Zaragoza, donde está mi casa y han nacido mis hijos. Prácticamente, el 80% de mi vida lo he hecho aquí. Llegué con quince años. Ya sabe lo que se dice: el burro no es de donde nace, sino de donde pace (risas). Pero no quiero renunciar a mis raíces, porque tengo a mi familia en Soria. Cuando las cosas no van bien, siempre están ahí.
-¿Y antes de ser un hombre de negocios daba alguna patada al balón?
-De pequeño, en el colegio, como todo el mundo. Pero siempre me ha gustado muchísimo el fútbol y, por supuesto, el Zaragoza. Luego tuve la oportunidad de llegar al club. Quería hacer algo por el equipo, que es un histórico del fútbol español y el mejor representante que pueda tener la ciudad.
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