Antonio Galdeano, más conocido como Apoño, nunca pensó que llegaría a vivir de lo que más le gustaba, el fútbol. Desde pequeñito siempre le apasionó el mundo del balón, pero su vida no fue sencilla.
El andaluz tuvo que luchar mucho por lo que quería e incluso se vio obligado a dejar aparcada la pelota durante un tiempo para poder comer.
Fue una etapa dura, pero que ahora recuerda con cariño por todo lo que aprendió poniendo techos. “Estuve jugando en los juveniles del Málaga, pero después me fui de allí y estuve seis meses sin jugar al fútbol. Con 19 años me dediqué a trabajar poniendo techos desmontables Pladur”, señala.
“Salía bastante tarde y ya no tenía ganas de estar en ningún equipo, así que estuve sin jugar durante seis meses. Ese tiempo aprendí mucho, eran muchas horas, pero había que sobrevivir de alguna manera”, comenta.
Sin embargo, el fútbol volvió pronto a su vida. “Cuando estaba trabajando me llamó
un entrenador del San Pedro, que estaba en Tercera división, y no le supe decir que no. Lo cierto es que cobraba dos gordas, pero no me importaba el dinero en ese momento. Yo quería jugar otra vez e intentar llegar hasta donde ahora estoy, aunque en aquel momento lo veía muy difícil. La verdad es que cuando tuve la oportunidad de volver a jugar, vi que si quería cambiar esto, mi vida, tenía que intentarlo y es lo que hice. Por suerte puedo decir que me salió bastante bien porque disfruto con mi
profesión”, dice.
El San Pedro fue el equipo que le abrió sus puertas y Apoño se vistió de nuevo de corto para hacer otro intento de triunfar en un futuro. “Estuve medio año jugando en Tercera división y después me marché al Marbella”, indica. Estuvo durante tres temporadas en Segunda B y después el Málaga volvió a fijarse en él.
Via: SONIA GAUDIOSO - marca.com
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