La lucha por la supervivencia es cruel y despiadada. En ella sólo importa el día a día y, hasta el final, no se puede dar nada por sentado. Unas normas mínimas de supervivencia que golpearon al Real Zaragoza en el partido clave de la temporada, que se saldó con una derrota por 1-3 ante el máximo rival.
Todo estaba listo para la fiesta zaragocista. La Romareda presentaba su primer lleno de la temporada, y un imponente mosaico con los colores del club recibía a los jugadores mientras miles de gargantas rugían al son del himno blanquillo. Un escenario de ensueño en el que se representó la peor de las pesadillas.
Aunque, como todo cuento triste, comenzó con un inicio feliz. En el minuto 14, Lafita recogía un mal despeje de Lolo y, en el mano a mano, batía por bajo a Ricardo. El canterano, que brilló en el Bernabeu, señaló el nerviosismo existente en la zaga rojilla. Una fábrica de cometer errores que, sin embargo, no se supo rentabilizar más.
Hasta dos balones le regalaron los osasunistas a Uche, que continuó con su preocupante pela con el gol. El ariete nigeriano hizo varias jugadas de mérito, demostrando una gran capacidad de regate, pero acabó estrellándose una y otra vez contra el cuerpo de Ricardo. Quizás, por ello, en el 53, y tras haber armado otra fantástica contra, decidió ceder para Bertolo, que mandó el esférico por encima del larguero.
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