Las jornadas pasan sin que el Zaragoza ponga freno a su caída libre: ha sumado un punto de 18 y es penúltimo. La gravedad de la situación afecta ya de lleno a la figura de Aguirre, que no encuentra soluciones. Las críticas se hacen generales en el entorno y florecen en el club y en el vestuario. El futuro del técnico no tiene frontera aún, pero en la 'Era Agapito' lo más impensado ocurre.
Lo que comenzó como una recesión de juego y resultados, la semana más desafortunada de Aguirre en el banquillo de La Romareda, se ha agravado de tal forma que constituye una crisis en toda la extensión de la palabra. El Zaragoza no sólo ha perdido cualquier virtud colectiva, al margen del coraje, sino que también ha convertido los puntos en un extraño: uno de los últimos 18. El efecto en la clasificación es, lógicamente, una caída libre: el Zaragoza es penúltimo. Y estos datos desgastan siempre de tal forma la figura del entrenador que Aguirre está ahora en el alero.Las voces críticas hacia el Vasco florecen tanto dentro como fuera. Dentro, tanto en el vestuario como en los despachos, aunque no se manifiesten públicamente. Como el propio Aguirre afirmó tras la derrota ante el Sevilla, "ahí están los números, no se puede defender lo indefendible. Es normal que los entrenadores que no ganamos estemos cuestionados por el entorno".
Y fuera, el aura que ganó la temporada pasada se ha apagado. Aguirre no encuentra soluciones al derrumbe del equipo. Sus cambios en la táctica y en los futbolistas son escasísimos, así que el Zaragoza emana más impotencia cada semana y ha convertido el coraje en su única estrategia, una palpable muestra de su incapacidad con la pelota. Así, la prensa y la afición son cada día más críticas.
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