Agapito, su circulo y sus intereses.

Via: Quique Riverola, aragonsport.com
En su momento dijo Unamuno que, cuando en España se habla de honra, un hombre honrado debe ponerse a temblar. Y lo mismo debería de suceder en el Real Zaragoza cuando Agapito proyecta esos conocidos discursos siempre atiborrados de promesas y huérfanos de verdad. Más de uno debería temblar al escuchar sus ofertas, aunque lo cierto es que, sorprendentemente, algunos le creyeron y defendieron hasta hace no mucho tiempo.

Es hecho probado que a todo profesional del fútbol, de aquí o de fuera, le produce cierta acidez de estómago el observar las formar de actuar del conjunto aragonés.
El máximo accionista del Real Zaragoza, los poderes políticos que tras él han estado y los medios afines que todo lo han callado, algunos por interés y otros, los de siempre, por desconocimiento, son pulcros depredadores del zaragocismo, aunque a él se han agarrado en muchas ocasiones para justificar el silencio, nunca era para ellos el momento de denunciar, ahora ya sí lo es, porque no queda más remedio, porque todos lo hacen o quizás porque no recibieron las prebendas prometidas en forma de licencia.

Agapito Iglesias, y los que idearon la maquinaria que ha terminado por fagocitar al Real Zaragoza, es un hombre solitario al que muchos han dejado abandonado a su suerte, un vaquero sin escrúpulos que patea el lejano Oeste herido por las dudas del destino, un hombre atacado con razón pero que ni mucho menos es él el único responsable del esperpento, Agapito es la cara de un despropósito que cuenta con muchos espectros, espectros que agarrados a una rosa se comportan como el tío Gilito que a su sobrino Donald ignora.
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